Las micro, pequeñas y medianas empresas también deberán realizar una transición hacia el uso de energía renovables. De los tres pilares incluidos en los riesgos ASG (Ambiental, Social y Gobernanza) el que ocupa el lugar central en la agenda global es el Ambiental y en particular el cambio climático, básicamente por los costos materiales y humanos que los eventos climáticos extremos están generando en forma creciente en todo el planeta, y por la escasa posibilidad de revertir esta situación a través del cumplimiento del objetivo del Acuerdo de Paris[1] de mantener la temperatura de la Tierra en torno a 1.5° por sobre los niveles preindustriales (años 1850 a 1900).

 Este Acuerdo requería que la actividad humana en la Tierra generara un flujo de cero emisiones netas[2] de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para el año 2050. La improbabilidad de lograr este objetivo se deriva de múltiples razones, pero las principales corresponden a la oposición de aquellos países y sectores económicos que tienen en los combustibles fósiles una fuente de recursos insustituible y de la falta de financiamiento de las inversiones que requiere migrar desde combustibles fósiles hacia energías renovables por parte de las empresas y de las familias.

 Neutralizar la oposición a la sustitución de las fuentes de energía contaminantes, principal fuente de emisión de GEI, se logrará cuando los costos sociales y económicos de los eventos extremos se hagan tan evidentes como para que la población mayoritariamente exija a los responsables políticos que abandonen su resistencia a considerarlos seriamente.

 La segunda razón, tal vez la más importante y difícil de resolver, es realizar el esfuerzo financiero de invertir en tecnología y bienes de capital que requiere migrar hacia la producción y consumo de energías renovables y en este sentido la responsabilidad mayor recae sobre las empresas[3] y aquí es necesario separar lo que ocurre en las grandes empresas del mundo y en el resto que involucra a un universo muy diverso, pero no menos importante, compuesto por micro, pequeñas y medianas empresas.

 En el primer caso, aun cuando el entorno político se ha tornado más antagónico y el sendero hacia el cero neto parecería más complejo, las empresas más grandes del mundo han comprendido que la sostenibilidad ambiental resulta beneficiosa para su propio negocio y no están retrocediendo, al contrario, los compromisos de alcanzar cero emisiones netas[4].han ido aumentando en Europa, Asia Pacifico y aún América del Norte, aunque en menor medida.

 En el caso de las micro, pequeñas y medianas empresas el escenario es desalentador pues: 1) en general carecen de capital propio y acceso adecuado al crédito para realizar las inversiones iniciales, tampoco tienen poder de negociación para influir en las adquisiciones ecológicas a lo largo de las cadenas de suministro y muchas veces están más ocupadas en la supervivencia que en resolver los problemas del cambio del clima o siquiera percibir que la sustentabilidad ambiental es beneficiosa para su negocio y supervivencia de largo plazo, y 2) representan entre el 80 y 90% del total de empresas a nivel global, entre el 60 y el 70% del empleo y el 50% del PIB mundial. Estos hechos las transforman en un obstáculo inocultable en el camino al cero neto global de emisiones.

 El panorama expuesto es conocido por los organismos nacionales e internacionales, públicos y privados, que realizan razonables y logicas recomendaciones, como desarrollar el concepto de sostenibilidad ambiental en la dirección y el personal de las compañías, asociarse con compañías similares para alcanzar escala, medir la huella de carbono, reducir emisiones a través de la eficiencia operativa, atraer y/o retener talento, etc., pero la implementación de estas recomendaciones requiere tiempo y sobre todo financiamiento accesible y de largo plazo. Y eso no está disponible, al menos no en la magnitud que se requiere.

 En conclusión, de una manera u otra es necesario que los responsables del Estado tomen conciencia de que el cambio del clima es un hecho y que se requiere una actitud política proactiva para incentivar a las empresas más pequeñas a migrar hacia el uso y producción de fuentes de energía renovables.

[1]Este objetivo sería actualmente difícil de lograr pues en el año 2023 habría llegado a 1,45° y las proyecciones, según las fuentes van desde 2° a 2,7° para el año 2050. Ver https://www.nasa.gov/news-release/nasa-analysis-confirms-2023-as-warmest-year-on-record

[2] O sea, un nivel de emisiones netas cero de GEI (hasta que la cantidad de gases de efectos invernadero que se emiten sea igual a la que se elimina de la atmósfera).

[3]a pesar de que las familias son una fuente importante de emisiones su reducción depende mucho más de cambios de los hábitos de consumo y manejo de residuos.

[4] En un estudio global sobre las 2000 empresas del Mundo el compromiso de cero neto emisiones subió del 13 al 41% entre 2021 y 2025. Ver investigación de Accenture “Destination Net Zero 2025”