En la medida que la población mundial, sobre todo los más jóvenes, requiere productos y servicios en los que se pueda apreciar un comportamiento social y medioambiental sostenible, estas cuestiones han comenzado a tomar centralidad en la gestión cotidiana de las organizaciones para no perder reputación, mercados o enfrentar conflictos legales.
La manera en que las organizaciones gestionan la sostenibilidad se transparenta a través de reportes de sustentabilidad o calificaciones ASG, pero los criterios para su medición reciben muchas críticas[1], entre las principales estarían la dificultad de cuantificar las métricas que se usan y la baja o nula correlación entre los factores ASG de manera tal que no hay manera de calificar objetivamente a una organización como sostenible.
La mensurabilidad es, de hecho, un punto crítico en la evaluación ASG, y las preocupaciones sobre la amplia gama de métricas utilizadas y los desafíos para encontrar un indicador sintético son comprensibles, sin embargo, existen métricas claras de estándares internacionales ASG, tal como la Global Reporting Initiative (GRI), el International Integrated Reporting Council (IIRC), el Sustainability Accounting Standards Board (SASB), o el ESRS (European Sustainability Reporting Standards), que además están interoperando para alinear entre ellas sus estándares y marcos[2]. Esto incluye brindar orientación sobre cómo usar diferentes marcos de manera conjunta con un lenguaje común y definiciones coherentes en todas las normas.
El tema de la falta de correlación entre los pilares A, S y G crearía el riesgo de que las empresas con métricas insuficientes en un pilar, por ejemplo, el medio ambiente, puedan compensar el impacto negativo en el valor general de ASG, aprovechando puntuaciones más altas en las otras dimensiones, por ejemplo, social y de gobernanza.
Es cierto que ninguna dimensión individual por sí sola puede captar plenamente las implicaciones de la sostenibilidad y si bien puede no existir una correlación significativa entre los pilares ASG, por una parte, el amplio conjunto de medidas de cada dimensión garantiza que todos ellas juntas puedan abordar los diferentes aspectos del grado de sostenibilidad de una empresa, pero además analizando con cuidado cómo se calculan las dimensiones ASG, parece claro que casi todas están profundamente conectadas con las preocupaciones de las partes interesadas de una organización y contribuyen directa o indirectamente a la creación de valor y minimización de riesgos.
El pilar de Medio Ambiente incluye temas como el cambio climático, la contaminación en sus diversas formas, la administración de los residuos, etc.; la dimensión social se mide mediante indicadores de capital humano y trabajo, salud y seguridad, etc., y el pilar de gobernanza incluye factores como la propiedad y el control, la ética empresarial y la transparencia fiscal. En el mediano – largo plazo difícilmente una organización tenga una estrategia de sostenibilidad parcial o fragmentada de manera que, si la correlación entre pilares fuera baja, el enfoque integral las hace complementarias.
Finalmente, es necesario tener presente que a la calificación financiera integral le llevo más de un siglo alcanzar el grado de perfeccionamiento actual, entonces porque exigirle a la calificación ASG similar nivel de perfección. Lo importante es tener la convicción que la calificación financiera tradicional está incompleta si no incorpora los factores de riesgos ASG.
[1]Además de la crítica que recibe la propia sostenibilidad de ser simplemente una moda o un instrumento para el Green Washing.
[2]Ver GRI-ESRS Interoperability; GRI and IFRS Foundation collaboration to deliver full interoperability, etc.