Los daños producidos por catástrofes naturales son cada vez más severos debido al cambio climático. Además de los afectados directamente por estos eventos uno de los sectores que más sufren sus consecuencias son las empresas aseguradoras, que se están viendo superadas ante la cantidad de sucesos extremos, como tifones y huracanes, tormentas eléctricas, caída de granizo y nieve, tornados, aludes, inundaciones, sequías, etc. por lo que están recurriendo a las grandes reaseguradoras[1] que pueden invertir en modelos climáticos y análisis de riesgos sofisticados para evaluar la exposición a los eventos climáticos, ajustar las coberturas de acuerdo con las necesidades y sobre todo difundir conocimientos sobre la necesidad de sustituir energías fósiles por renovables.

Este panorama podría tornarse aún más negativo de prosperar las medidas de politica anti ASG y proteccionistas de la administración actual del gobierno de Estados unidos, justamente el país con la mayor contaminación per cápita del planeta y uno de los más castigados por los eventos extremos.

Ante esta situación, por un lado, las compañías aseguradoras ya están alertando a sus clientes sobre el aumento de primas que eventualmente puede ocurrir como consecuencia del aumento de costos de automóviles y bienes de capital derivado de la suba de aranceles de Estados Unidos al mundo y viceversa. Por otro lado, la política anti ASG con desincentivos a la inversión en energías renovables y promoción del uso de combustibles fósiles no hará sino aumentar la emisión de gases de efecto invernadero y acelerar el calentamiento con su secuela de eventos climáticos extremos.

Si bien es cierto los eventos extremos no afectan o afectarán a todos los países por igual, lo cierto es que desde el principio del siglo XXI los países más afectados fueron los desarrollados: Estados Unidos, España, Italia, China, Australia, Nueva Zelanda y los países más pobres de África y America Central.

En el caso de Argentina[2] se han visto ya eventos extremos crecientes como inundaciones, sequias e incendios de vastas regiones y si bien es cierto que tal vez existe cierto tremendismo en las proyecciones de eventos futuros hay informes de efectos climáticos devastadores para el país, con aumento del 65 % de la frecuencia de sequías agrícolas hasta el 2050 y olas de calor excesivo más prolongadas. La combinación de la subida del nivel del mar, la erosión de costas y un clima más riguroso provocaría perdidas de alrededor del 8 % del PBI para el 2100.

Según un nuevo Informe sobre Catástrofes Naturales y Clima los costos económicos directos totales estimados de los riesgos naturales globales en 2024 fueron de 417.000 millones de dólares[3], de los cuales alrededor de un tercio debió ser absorbido por compañías de seguros, superando en un 15% la media decenal previa de 361.000 millones de dólares.

En conclusión, las perspectivas de la industria del seguro en el mediano y largo plazo no lucen alentadoras, sobre todo si los costos de los bienes asegurados suben, la dimensión del negocio baja por la disminución del comercio internacional y el calentamiento global, disparador de los eventos climáticos extremos, sigue en ascenso.

[1]Entre las pioneras e importantes están Swiss Re, Múnich, MAPFRE, que no solo invierten en investigación climática, sino además en educación, prevención y prácticas de mitigación de riesgos entre sus clientes y su cadena de valor.

[2] https://www.g20climaterisks.org/es/argentina/

[3]https://www.reinsurancene.ws/annual-insured-nat-cat-losses-of-150bn-becoming-the-new-normal-gallagher-re/